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3 respuestas en el foyer

Cuando se vive con dolor
Con dolor se aprende a ver la escena. 
Y así era como la veía yo antes de ver sus pies 
Me hicieron tanto daño siendo niña, que llegué a perder la llave del cajón del valor propio.
Hice tanto daño al crecer que mi corazón y mis verdades tenían 3 candados.
Soy un esbozo de lo que soñé ser, me colgaron desde el pecho boca arriba y me hicieron llorar. 
Me equivoqué en la suma y en la resta, se me cerró por dentro la puerta del camerino.
Hay quienes dicen que fui buena en algunas carteleras, quizás al bordar pañuelos para las solapas de aquellos que luego no me prestaron su hombro.
Me engañé, busqué venganza como antídoto al golpe esperando el aplauso.
La vida me quitó 3 hijos, 3 guiones nuevos, y me dejó en la boletería de la adivinanza. 
Reí a mano llena, ofrecí mi amor y recibí amor también de vuelta, transformé mi separata en un manifiesto repatriado.
Hallé la alegría a 3 cuadras de la ira. 
Y un día 3 me explotó el amor desde la cintura.
No sabía cómo abrazarlo, como ensayarlo, como alimentarlo, como hacerlo dormir, como mecerlo, como merecerlo, como encaminarlo, desconfiaba de este amor definitivo, temía su eventual ausencia, no quería ser injusta, no sabía ser ejemplo, ya no aspiraba a ser un tablero vuelto, solo quería llegar a la siguiente matiné.
Pero sin duda sus manos de adviento y último acto, su pequeño ombligo, sus codos sin esquina son el telón que faltaba en mi escenario, escenario de teatro chico y techo con gotera, con iluminación subvencionada, con piso sin pulir y butacas quejumbrosas, pero mi escenario, al fin y al cabo.
Solo me quedan 3 dudas para las bambalinas.
¿Me llamarás madre hijo mío? 
¿Me mirarás de frente o de costado? 
¿Me dirás algún día “te amo”?