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Peregrinaje

Mírame, sé que tengo raptos de ego con puntos seguidos.
Se que no acepto un no por respuesta y tampoco un sí técnico, soy y somos por cierto
semillas de sensaciones contradictorias, de perdones que siempre voy a querer pedirte,
miraditas adolescentes, coqueteos tibios y enojos sin pulpa de fundamentos.
Pero cuando dejamos toda esa mala hazaña por la terminal internacional empieza la
urgencia de consumar, como si el sexo de una granja errante se tratara y ahí hemos de
emprender ordeñando la vida, cultivando errores y cosechando saliva, de esa que cuando
sobra no debería sobrar y cuando falta no debería faltar.
De pronto nos vemos caminando como peregrinos de óleos suizos en los Alpes, por
ciudades colapsadas con el saquito de medio kilo de tierra de hojas que eleva a la décima
potencia esas ganas de plantarse uno bien dentro de un otro y quedarse ahí viendo cómo
emerge el cultivo y como nace el ganado equino.
Antes de que llegue la hora en ensillar déjame decirte amor, figurita de mi bien, cuando no
sepas que decirme por favor dime qué sí, mira que con esas dos letras yo hago cantar a 3 gallos

María José Peragallo Arias