Ven mi amor, ven que te abrazo en el sofá y mientras miro el techo haciéndome la desentendida y te pido que te cases conmigo sin casarte. He notado que llegas a casa con los cordones de los zapatos sueltos por tanto espanto de la rutina y no te quedan fuerzas para amarrarlos incluso sabiendo que arriesgas caída. Caigamos entonces juntos, seamos egoístas y pensemos solo en nosotros, en la nula contención de aquella palanca que es la palabra amor, que nos golpea las rodillas pero nos mantiene ergidos y juntos. No sé si te diste cuenta pero anoche te escuché torcer dormido, me levanté, apagué el aire acondicionado, tomé la sábana transpirada y te puse una colcha en los pies, esa que nos regaló tu prima, esa que odias tanto porque es naranja con rallas blancas y no combina. Te ví ahí quieto y me di cuenta que nuestro amor no es real, real se queda corto, es una extensa y pristina fantasía, es la levadura que nos expande por lo cruel, crudo y cierto del mundo, y nos hace subir hasta lo más aproximado a la felicidad. Por eso entonces te propongo una no boda, dónde dos seres que viven en una ensoñación hagan la farsa del trámite que exige la vida auténtica, esa que los dos fingimos capitanear, cada vez que salimos de nuestra casa, tierra caliente de permanente y dulce entelequia. Arrodíllate entonces y pídeme compromiso, pidamos hora en un falso despacho, invitemos a tu amigo el de las patillas horrendas a personificar al juez, que lleguen los 10 más cercanos con sus auténticas, racionales y premeditadas parejas, seremos 22 en total, 24 si don patillas por fin asume que es homosexual, si lo asume lo invitamos a la fiesta. Habrá que conseguir entonces 22 o 24 botellas de espumante, 22 o 24 trozos de bife, 22 o 24 sillas, dos mesas grandes, dos tortas de novio y un ramo de flores bastará. Pídele al vecino que te pase el teléfono del chico de la esquina que estudia fotografía, necesitamos fotos en blanco y negro para inmortalizar esta inventiva. Al llegar la noche ya habremos dejado satisfechas a mis tías abuelas, a tu primo el del concesionario y por supuesto a mi mamá, pues creerán ellos que nuestro matriNomio será unas más de las actas que se empolvan entre teatro y libreta. Solo nosotros sabremos que desde que nos endulzamos los cuerpos aquel sábado, nos hemos amado con un amor que no existe pues supera la existencia, que cada vez que roncamos de noche, hacemos una pausa en este sueño que vivimos despiertos en el cual no tenemos bruxismo, en el cual no tocemos, en el cual no sufrimos espasmos musculares ni transpiramos la sábana, que sepan todos desde sus diques de certeza, que nuestras almas se vuelven claras estando unidas en un quizás para siempre, ojalá te parezca buen plan mi propuesta. En todo caso mi amor, la placa para tu dentadura te la guardé en el bolsillo de adentro de la mochila, ese que tiene cierre, cuando termines de trabajar pasa a la tintorería a retirar el acolchado, así lo guardamos limpio para el invierno que viene, ven a casa y házme el amor. No te olvides de comprar la comida para el perro.